Demasiado


Demasiado


Demasiada pena
o demasiada alegría.
Demasiado trabajo
o demasiado ocio.
Demasiados demasiados
en la vida de los pocos
o demasiado poco
en la vida de los muchos.

Poco tiempo
o poca prisa,
pocos aún
o pocos tal vez,
poco pensar
y mucho correr,
mucho querer
o poco desear,
poco crecer
o todo a la vez.

¿Con referencia a qué
juzgamos en la vida
pesos o cantidades,
contrastamos experiencia
comparamos ahoras,
ayer, nunca o siempre?

¿Dónde está el calibre
que mide sudores,
que cuenta esfuerzos
penas, risas o dolores?
¿Qué suma, resta,
multiplica o divide?
¿Qué llegó en la vida
demasiado pronto
o demasiado tarde?
Nadie lo sabe
sólo el que busca
referencias estables.


Me gusta el silencio





Me gusta el silencio,
El silencio que escucha,
que piensa, que admira y disfruta.
El silencio que reza,
que acompaña y que habla.
El silencio que entiende,
que expresa y que calla.
El silencio que no tensa,
que comparte intimidad
y sabe delicadamente preguntar.
El silencio que ve los corazones rotos
que no huye, que se acerca,
que arregla.

El silencio me ha contado tantas cosas...
y romperlo, tantas veces, ha estropeado otras.
Saber hablar el idioma del silencio
es labor de maestros.
El silencio tiene un paso callado
atraviesa paredes
que con palabras
se hacen murallas

Me gusta el silencio,
me gusta su gesto,
sus gritos, sus lamentos...
El silencio pasa
ronda, se acerca
tiene el ritmo de la gente tranquila
convive donde no vive la prisa
crece donde la cabeza trabaja
y el corazón se cobija.

Dialogar contigo silencio
es romper amenazas
entender guarismos
descubrir secretos,
preparar mañanas
resolver preguntas
tranquilizar el alma.

Me gusta el silencio
pero aún quedan kilómetros
para recorrerlo,
tantas preguntas aceleradas,
tantas conversaciones atropelladas...
Y siempre contigo
silencio aprendiendo


¿Por qué es necesario pensar en la poesía hoy en día?


Yves Bonnefoy (Tours, 1923) lleva toda su vida entregado a esa «forma particular de cuestionamiento del mundo y de la existencia» que llamamos poesía. Y es que la poesía es, según el crítico y pensador francés, «el acercamiento más directo con la verdad de la vida». Una verdad que Bonnefoy, a sus 91 años, despliega sin matices a través del profundo azul de sus intensos ojos, tan lúcido que parece que escucharas uno de sus versos. El año pasado, el considerado como el poeta francés más importante del siglo XX recibió, por fin, el reconocimiento de tantos años de carrera y dedicación en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde fue galardonado con el premio de Literatura en Lenguas Romances. A su paso por Madrid para dar un recital poético en la Casa de América, Yves Bonnefoy recibió a ABC sin prisas ni atajos, con la humildad solo propia de quien se sabe maestro.

-¿Por qué es necesario pensar en la poesía hoy en día?
-Siempre fue necesario pensar en la poesía, porque es la única manera de entender por qué y cómo los seres humanos viven juntos. Nos ayuda a comprender cómo funciona la organización social en su relación con la realidad.
 
-¿La sociedad actual pone el acento sobre la poesía como necesidad?
-Hoy más que nunca es necesario relacionarse con la naturaleza. El discurso de la ciencia, que generaliza y se refiere a objetos abstractos, descompone y desmoraliza al ser humano. No puede decirse que la poesía pueda evitar que desaparezca el mundo, pero si desapareciera la poesía seguramente el mundo desaparecería también.

-Parece que ahora, con todo lo que nos concierne, solo existimos en la superficie de las cosas.
-El discurso conceptual contemporáneo nos hace vivir en la superficie de las cosas, pero la poesía no está amenazada. El yo poético nos lleva a la profundidad del mundo, que no olvida la finitud, que somos mortales, que vivimos en el tiempo. La experiencia poética debe ser personal y puede ser producida en el individuo. Esos individuos pueden ayudar a la sociedad a renovarse.
 
-A nivel cotidiano, ¿cómo se puede percibir la acción de la poesía?
-En la vida cotidiana nos encontramos en el umbral de la experiencia poética en los sentimientos. Eso nos lleva a percibir la realidad del tiempo, que es la categoría fundamental de nuestro ser.
 
-¿Qué papel desempeñan las lenguas en nuestra sociedad?
-La lengua nos recuerda que existen las palabras, que se refieren directamente a las cosas, contrariamente a lo que hace el discurso, que solo habla de nociones, ideas, leyes. La palabra nos remite a la imagen y nos pone en contacto con lo fundamental: la naturaleza, los árboles, los ríos, las flores... Eso nos lleva a pensar en nuestra propia existencia.
 
-Y todo gracias a que se derrumbó la Torre de Babel.
-Por fortuna sí, porque si no tendríamos una lengua única que nos llevaría al totalitarismo. Hay una multiplicidad de lenguas en las que existe reciprocidad y eso permite una comprensión más profunda de la realidad. Me inquieta mucho ver cómo hay lenguas que desaparecen, porque su desaparición es también la desaparición de un espíritu.
 
-Ha mencionado el discurso conceptual, científico. Mañana se celebran elecciones europeas. ¿Cómo ve el actual discurso político?
-No hay nada más ajeno a la poesía que el discurso político, que lo simplifica todo. En realidad, la poesía es una lucha contra la ideología. Respecto a las elecciones europeas, yo soy favorable a la Unión Europea porque permite la convivencia entre las distintas lenguas, que da lugar al contacto poético. De ahí nace la necesidad de la traducción, porque unifica a esas dos lenguas.
 
-¿Qué le debe usted al español?
-El español me dio una de las grandes lecciones, ya que existen palabras muy fuertes, que remiten a las cosas del mundo, como piedra, sol, río… En francés la relación es menos directa. Haber leído poemas en español fue una experiencia muy rica.
 
-Al escucharle y leerle, da la impresión de que el lenguaje es el creador de nuestra realidad.
-En efecto, la poesía permite encontrar lo real en la vida, en su relación con el tiempo y su discurrir. Eso es algo que solo el lenguaje permite, es un recreador de la realidad.
 
-Este año se celebra el centenario de Octavio Paz. ¿Cómo recuerda a su amigo? ¿Y al poeta?
-Fundamentalmente, amaba y admiraba a Octavio Paz como persona y como autor, que en su caso es algo indivisible, es la misma cosa, son formas inseparables. Apreciaba mucho su obra poética porque en ella había, a la vez, la búsqueda de las cosas fundamentales a través de las palabras y también manifestaba una inmensa curiosidad por las formas, que se manifiesta en la sociedad concreta. Octavio Paz estaba por encima de la expresión poética, no se encerraba en su propia expresión poética, sino que se asomaba a ver cómo esa expresión era apreciada por la sociedad y se dedicó a indagar cómo se había apreciado en la antigüedad y en el mundo actual. Él siempre buscó la verdad poética en el mundo.
 
-Grandes poetas que han influido en su vida y en su obra, como Rimbaud, Baudelaire, Mallarmé, ¿han sido hoy ya reemplazados?
-No. Ellos exploraban las problemáticas fundamentales de manera muy viva, y debemos conservar viva la forma en que buscaron la poesía de las cosas. Pese a la renovación necesaria de la poesía, no debemos olvidar nuestros orígenes. En la literatura contemporánea hay una tendencia que considera que solo existe el lenguaje, pero no es así. Hay que habitar en el lenguaje para no perder el contacto con la realidad. Eso nos recuerdan Rimbaud y Baudelaire: vivir solo en el discurso es pernicioso.
 

El placer de servir

 
 
 
Toda naturaleza es un anhelo de servicio.
Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú;
Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú;
Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú.
Sé el que aparta la piedra del camino, el odio entre los
corazones y las dificultades del problema.

Hay una alegría del ser sano y la de ser justo, pero hay,
sobre todo, la hermosa, la inmensa alegría de servir.
Que triste sería el mundo si todo estuviera hecho,
si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que emprender.
Que no te llamen solamente los trabajos fáciles
¡Es tan bello hacer lo que otros esquivan!
Pero no caigas en el error de que sólo se hace mérito
con los grandes trabajos; hay pequeños servicios
que son buenos servicios: ordenar una mesa, ordenar
unos libros, peinar una niña.

Aquel que critica, éste es el que destruye, tu sé el que sirve.
El servir no es faena de seres inferiores.
Dios que da el fruto y la luz, sirve.
Pudiera llamarse así: "El que Sirve".

Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos
pregunta cada día: ¿Serviste hoy? ¿A quién?
¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?
 
Gabriela Mistral

Entre irse y quedarse



Entre irse y quedarse duda el día,
enamorado de su transparencia.

La tarde circular es ya bahía:
en su quieto vaivén se mece el mundo.

Todo es visible y todo es elusivo,
todo está cerca y todo es intocable.

Los papeles, el libro, el vaso, el lápiz
reposan a la sombra de sus nombres.

Latir del tiempo que en mi sien repite
la misma terca sílaba de sangre.

La luz hace del muro indiferente
un espectral teatro de reflejos.

En el centro de un ojo me descubro;
no me mira, me miro en su mirada.

Se disipa el instante. Sin moverme,
yo me quedo y me voy: soy una pausa

Octavio Paz

 

Penetrar la oscuridad...


Quisiera pronunciar palabras
que atraviesen barreras
de las distancias impenetrables...
Pronunciar esas frases que la gente espera
y yo no digo, porque no pasan por mi cabeza.

Meterme en las intimidades recónditas,
donde los diálogos no se habían pronunciado.
Abrir los pensamientos ocultos y oscuros,
donde la luz no penetra,
ni el abismo emerge a la superficie deseada.

Tener una conversación serena
con las cadenas interiores que no fueron abiertas,
y llegar ahí donde no llegó nadie,
llamar fácilmente con unos golpes de nudillos,
y una sonrisa ingenua...
ver cómo se entreabren las hojas
de las puertas ignotas,
y gritar de alegría
al ver de tus lágrimas,
desparecer la pena.

18 cosas que las personas altamente creativas no hacen igual que el resto




La creatividad funciona de una forma misteriosa y a menudo paradójica. El pensamiento creativo es una característica estable, que define algunas personalidades, pero que también puede cambiar dependiendo de la situación y del contexto. A veces, la inspiración y las ideas vienen sin más, y luego, cuando más las necesitamos, no aparecen; el pensamiento creativo requiere un conocimiento complejo, si bien es completamente independiente del proceso de pensamiento.
La neurociencia ofrece una imagen muy compleja de la creatividad. Según plantean los científicos, la creatividad no es tan simple como la división entre las regiones derecha e izquierda del cerebro (la teoría dice que el hemisferio cerebral izquierdo es racional y analítico, mientras que el derecho es creativo y emocional). De hecho, se piensa que la creatividad implica numerosos procesos cognitivos, vías neuronales y emociones; aún no disponemos de una panorámica completa que explique cómo funciona una mente imaginativa.
Psicológicamente hablando, los tipos de personalidad creativa son difíciles de determinar, sobre todo porque son complejos, paradójicos y tienden a evitar el hábito o la rutina. No se trata de generalizar el estereotipo del "artista torturado", pero sí es verdad que los artistas suelen tener una personalidad compleja. Las investigaciones sugieren que la creatividad implica la unión de una multitud de rasgos, comportamientos e influencias sociales en una misma persona.

"Es cierto que a la gente creativa le resulta difícil conocerse a sí misma, puesto que el yo creativo es más complejo que el yo no creativo", informa Scott Barry Kaufman, psicólogo de la Universidad de Nueva York que ha pasado varios años investigando sobre la creatividad. "Las cosas que sobresalen más son las paradojas del yo creativo… Las personas con mucha imaginación tienen una mente más caótica".
Aunque no existe la definición exacta de la "típica" persona creativa, hay algunos rasgos y actitudes que caracterizan a las personas altamente creativas.
Estas son 18 cosas que las diferencian del resto.

Sueñan despiertos



A pesar de lo que sus profesores les dijeran, las personas creativas saben que soñar despiertos no es, en absoluto, una pérdida de tiempo.
Según Scott Barry Kaufman y la psicóloga Rebecca L. Mcmillan, ambos autores del artículo Ode To Positive Constructive Daydreaming [Oda a lo positivo y constructivo de soñar despierto], dejar que la mente merodee libremente puede contribuir al proceso de "incubación creativa". Por supuesto, muchos de nosotros sabemos por experiencia que las mejores ideas se nos ocurren de repente, cuando tenemos la mente en las nubes.
Aunque nos puede parecer que soñar despierto es una actividad sin sentido, un estudio de 2012 sugiere que, en realidad, dicho proceso va ligado a un estado cerebral muy dinámico y exigente, pues conlleva conexiones y percepciones en relación con nuestra habilidad para captar la información frente a las distracciones. También se ha descubierto que soñar despierto activa los mismos procesos cerebrales que se asocian a la imaginación y la creatividad.

Lo observan todo



Las personas creativas se comen el mundo; ven posibilidades en cualquier lugar y están constantemente recopilando información que pueda servir para la expresión creativa. Como solía decir Henry James, "nada se pierde" en la mente de un escritor.
La escritora Joan Didion siempre llevaba encima un cuaderno en el que anotaba cualquier observación sobre la gente y los acontecimientos con el fin de entender mejor las complejidades y contradicciones de su propia mente:
"Por muy diligentemente que anotemos lo que vemos a nuestro alrededor, el común denominador de todo lo que vemos es siempre, de forma transparente y desvergonzada, el implacable 'yo'", escribió Didion en su ensayo "Sobre tener un cuaderno de notas". "Estamos hablando de algo privado, de fragmentos de la cadena mental que son demasiado cortos para usarlos, de un ensamblaje indiscriminado y errático que solo reviste significado para quien lo lleva a cabo".
Elaboran sus propios horarios de trabajo a su medida
Muchos grandes artistas afirman que cuando mejor hacen su trabajo es o por la mañana temprano o a altas horas de la noche. Vladimir Nabokov empezaba a escribir inmediatamente después de levantarse, a las 6 o a las 7 de la mañana; Frank Lloyd Wright decía que se había acostumbrado a levantarse a las 3 o a las 4 de la mañana, ponerse a trabajar durante unas horas, y luego volverse a acostar. Independientemente de cuál sea su horario, los individuos altamente creativos suelen saber en qué momento del día su mente está más activa, y en función de esto, organizan sus días.

Se reservan unos momentos de soledad



"Para estar más abiertos a la creatividad, tenemos que ser capaces de usar nuestra soledad de forma constructiva. Debemos superar el miedo a estar solos", escribió el psicólogo existencialista estadounidense Rollo May.
Con frecuencia, se describe a los artistas como personas solitarias. Aunque no siempre se cumple, la soledad puede ser una de las claves para llevar a cabo obras maestras. Para Kaufman, podemos volver a relacionar esta idea con el hecho de soñar despiertos; tenemos que concedernos momentos de soledad y, simplemente, dejar volar nuestras mentes.
"Tienes que contactar con tu yo interior para poder expresar tus pensamientos más internos", explica. "Es difícil encontrar esa voz creativa si no mantienes ningún contacto con tu interior ni reflexionas sobre ti mismo".

Saben aprovechar los problemas que les plantea la vida


Muchas de las historias míticas y de las canciones de todas las épocas han sido inspiradas por un drama o por un desamor; lo bueno de estos retos es que al final han servido como catalizador para crear arte. Los investigadores que estudian el crecimiento post-traumático, un ámbito de la psicología en auge, sostienen que mucha gente es capaz de emplear las dificultades y los traumas que sufrieron de pequeños para aumentar sustancialmente su creatividad. En concreto, se ha descubierto que los traumas pueden contribuir a que la gente desarrolle las áreas encargadas de las relaciones interpersonales, de la espiritualidad, el aprecio por la vida, la fuerza personal y, lo que es más importante para la creatividad, la capacidad de exprimir al máximo las posibilidades que te ofrece la vida.
"Mucha gente es capaz de utilizar esto como la gasolina que necesitan para descubrir una perspectiva diferente de la realidad", afirma Kaufman. "En algún momento de su vida, se ha desmontado la visión que tenían del mundo como un lugar seguro [...], haciéndoles salir a la periferia a ver las cosas de una forma diferente, renovada; es esto lo que conduce a la creatividad".

Buscan nuevas experiencias


A la gente creativa le encanta lanzarse a probar nuevas experiencias, sensaciones y estados mentales. Esta apertura y amplitud de miras suele activar de manera significativa la creatividad.
"Estar abierto a nuevas experiencias te lleva, la mayoría de las veces, a obtener logros creativos", asegura Kaufman. "Esta idea presenta muchas facetas diferentes, pero todas relacionadas entre sí: la curiosidad intelectual, la búsqueda de sensaciones, el no tener miedo a mostrar tus emociones ni tu fantasía. Lo que une a todas estas características es el camino hacia la exploración cognitiva y conductual del mundo, tanto interno como externo".

Se caen y vuelven a levantarse





La resiliencia prácticamente es un prerrequisito para el éxito creativo, afirma Kaufman. El trabajo creativo a menudo se describe como un proceso de fallos repetidos hasta acabar encontrando algo que encaja y que funciona. Las personas creativas, al menos las que tienen éxito, aprenden a no tomarse demasiado a pecho los errores.
"La gente creativa fracasa, y los que son buenos de verdad fracasan más de una vez", escribió Steven Kotler, colaborador de Forbes, en una pieza sobre el genio creativo de Einstein.

Plantean grandes preguntas


La gente creativa es insaciablemente curiosa; normalmente, optan por cuestionar cualquier aspecto de la vida, e incluso cuando envejecen mantienen su sentido de la curiosidad. Ya sea mediante una conversación intensa o mediante una reflexión en solitario, las personas creativas observan el mundo a su alrededor y quieren saber por qué, y cómo, funcionan las cosas.

Observan a las personas



Son observadores por naturaleza y tienen curiosidad por la vida de los demás; a las personas creativas les suele gustar observar a la gente, y a menudo extraen algunas de sus mejores ideas de ahí.
"[Marcel] Proust pasó la mayor parte de su vida observando a la gente, anotó sus observaciones, y las reflejó en sus libros", explica Kaufman. "Para muchos escritores, observar la vida de la gente es muy importante… Son buenos observadores de la naturaleza humana".

Se arriesgan



Una parte del trabajo creativo implica correr riesgos; muchas personas creativas disfrutan del riesgo en diversos aspectos de su vida.
"Existe una conexión profunda y significativa entre el riesgo y la creatividad, aunque a menudo se pase por alto", escribió Steven Kotler en Forbes. "La creatividad es el acto de fabricar algo de la nada. Requiere hacer públicas las apuestas mejor posicionadas en tu imaginación. No es un trabajo para los tímidos. Perder el tiempo, empañar tu reputación y no gastar demasiado bien el dinero son algunas de las consecuencias negativas que puede tener la creatividad".

Consideran que todo en la vida es una oportunidad para la expresión propia



Nietzsche creía que la vida y el mundo deberían considerarse obras de arte. Las personas creativas tienden a ver el mundo de esta manera, y a buscar constantemente cualquier oportunidad de autoexpresión en la vida diaria.
"La expresión creativa es la expresión de uno mismo", afirma Kaufman. "La creatividad no es otra cosa que la expresión individual de tus necesidades, de tus deseos y de tu naturaleza única".

Siguen sus pasiones verdaderas

La gente creativa suele tener una motivación intrínseca; esto es, una persona creativa está motivada a actuar desde sus más internos deseos, en lugar de buscar el reconocimiento o las recompensas externas. Muchos psicólogos han demostrado que la gente creativa obtiene su energía de las actividades que le plantean desafíos, lo cual es una muestra de la motivación interna. Las investigaciones sugieren que solo con pensar en los motivos intrínsecos que te mueven a hacer algo se puede activar la creatividad.
"Los mejores creadores deciden implicarse con pasión en cuestiones complejas y arriesgadas que les proporcionan un importante sentido del poder por la capacidad de utilizar su talento", escriben M.A. Collins y T.M. Amabile en The Handbook of Creativity.

Salen de sus propias mentes


Kaufman señala que otro objetivo de soñar despierto es ayudarnos a salir de nuestra perspectiva limitada y explorar otras formas de pensamiento, que pueden ser una baza importante para el trabajo creativo.
"Soñar despierto nos permite evadirnos del presente", explica Kaufman. "La misma red cerebral asociada con la imaginación está vinculada a la teoría de la mente; esta nos permite imaginar lo que está pensando alguien o fantasear sobre cómo será nuestro “yo” futuro".
Otras investigaciones también señalan que inducir la "distancia psicológica" (es decir, pensar desde la perspectiva de otra persona o reflexionar sobre una cuestión como si fuera irreal o desconocida) puede activar el pensamiento creativo.

Pierden la noción del tiempo

Las personas creativas pueden pensar que cuando están escribiendo, bailando, pintando o expresándose, entran "en la zona", lo que se conoce como estado de flujo, que puede ayudarlos a crear a su máximo nivel de expresión. Dicho flujo es un estado mental en que un individuo va más allá de su pensamiento consciente para alcanzar un estado superior de concentración y calma sin esfuerzo. Cuando alguien alcanza este estado es prácticamente inmune a cualquier presión o distracción, sea interna o externa, que pueda entorpecer su actividad.
Entras en esa zona cuando realizas una actividad con la que disfrutas y que se te da bien, pero que a la vez te plantea retos; es lo que define a un buen proyecto creativo.
"[Las personas creativas] han descubierto su pasión, pero también han desarrollado su capacidad para entrar en el estado de flujo", asegura Kaufman. "Este estado mental requiere una conexión entre tus habilidades y la tarea que has emprendido".

Se rodean de belleza

Las personas creativas suelen tener un gusto excelente y, por ello, disfrutan de la belleza y se rodean de ella.
Un estudio publicado recientemente en la revista Psychology of Aesthetics, Creativity, and the Arts reveló que los músicos (incluidos los miembros de una orquesta, los maestros de música y los solistas) muestran una alta sensibilidad e inclinación hacia la belleza artística.

Saben unir los puntos


Si hay algo que distinga a las personas altamente creativas del resto es la capacidad de ver oportunidades donde otros no las ven. Muchos artistas y escritores importantes han afirmado que la creatividad se basa en la capacidad de unir los puntos, algo que los demás probablemente nunca se habían planteado.
En palabras de Steve Jobs: "La creatividad simplemente consiste en conectar las cosas. Cuando le preguntas a las personas creativas cómo han hecho algo, se sienten un poco culpables porque en realidad no han creado nada, sino que se han limitado a ver algo. Tras un tiempo, les resulta obvio, pues han sido capaces de conectar las experiencias que habían tenido y de sintetizar cosas nuevas".

Les gustan los cambios radicales

La diversidad de experiencias es crucial para la creatividad, afirma Kaufman. A las personas creativas les encanta alterar las cosas, tener nuevas experiencias y evitar que su vida se convierta en algo monótono y mundano.
"La gente creativa tiene experiencias más diversas; la rutina es lo que mata esta diversidad de experiencias", explica Kaufman.

Encuentran tiempo para la meditación

Las personas creativas entienden el valor de la concentración mental, pues su trabajo depende de ella. Muchos artistas, emprendedores, escritores y otros trabajadores creativos, como David Lynch, consideran la meditación como una herramienta para conectar con su estado mental más creativo.
La ciencia respalda la idea de que la meditación realmente puede activar el poder de la mente de muchas formas. Un estudio realizado en 2012 por un equipo holandés señala que algunas técnicas de meditación promueven el pensamiento creativo. Las prácticas de meditación pueden ir ligadas a una mejora de la memoria y de la concentración, a un mayor bienestar emocional, a una disminución del estrés y de la ansiedad, y a una mayor claridad mental; todo esto puede fomentar la capacidad de pensamiento creativo.

http://www.huffingtonpost.es/2014/03/07/18-cosas-que-las-personas_n_4918760.html

Más fotos, menos recuerdos

más fotos, menos recuerdos

Antes de la era digital, en casi todas las familias existía un álbum de fotos o una caja de zapatos llena de fotografías. Allí estaban los recuerdos: los más antiguos en blanco y negro y los más modernos en color o en papel brillante de polaroid. Muchas veces abríamos el álbum o la caja y mirábamos y remirábamos aquellas fotos antiguas, testigos de la vida de la familia, hablábamos sobre todos esos recuerdos que había inmortalizado la cámara compacta o réflex de nuestro padre o de algún familiar y así alimentábamos la memoria de lo que fuimos.

Aunque en aquellos álbumes o cajas hubiera muchas fotografías, no había demasiadas, podríamos decir que las suficientes para poder verlas todas durante una tarde lluviosa. En caso de exceso, se hacía una selección natural y algunas instantáneas, por repetidas, por borrosas o mal enfocadas, quedaban relegadas en algún otro receptáculo no tan a la mano.

Pero ahora, aunque han disminuido las fotos en papel, disponemos de miles y miles de instantáneas en recónditas carpetas de nuestro ordenador, almacenadas en un disco duro que rara vez conectamos o en la galería de nuestros teléfonos móviles. Ahora lo fotografiamos todo, de modo que dedicamos más tiempo a registrar lo que nos está pasando que a vivirlo, como si dejáramos para después el revivirlo. Pero, por lo general, ese momento nunca llega, porque no tenemos tiempo para ver todo lo que hemos guardado, todo lo que hemos acumulado. Como hormigas atareadas, nos dedicamos a almacenar vivencias, que no a vivirlas, esperando que llegue el invierno para extraer de esa memoria digital lo que hemos echado en ella; sin embargo, esa oportunidad raras veces se presenta.

En vez de vivir el momento, preferimos “inmortalizarlo” con nuestra cámara, nuestra tablet o nuestro móvil; en vez de vivir los primeros pasos de nuestro bebé, preferimos grabarlos; en vez de vivir el cumpleaños de nuestro hijo, preferimos hacer docenas de instantáneas y ver cómo han quedado. Creemos que de esa forma nuestra memoria se refuerza, pero no es así, porque al estar pendientes de la foto no lo estamos tanto de lo que está pasando. De la misma manera que recordamos pocos números de teléfono porque los hemos confiado a la memoria de nuestro móvil, del mismo modo el recuerdo de nuestras vivencias no es tan nítido porque no las hemos vivido con tanta intensidad y las hemos encomendado a los megapíxeles de una cámara digital.

Un reciente estudio llevado a cabo por la Dra. Linda Henkel de la Universidad de Fairfield en Connecticut ha puesto de manifiesto que hacer fotos interfiere en nuestra memoria, es decir, que cuantas más fotos hacemos, menos recordamos. El experimento tuvo lugar en un museo. A los voluntarios se les dijo que podrían hacer o no fotografías, y después se comprobó que los que no las hicieron recordaban mejor lo que habían visto.

Es importante tener imágenes de lo vivido, pero lo es más vivirlo con intensidad. Está bien eso de poder ver la vida en diferido, pero es mejor vivirla en directo. Está bien guardar los recuerdos, pero vale más poder recordar. Hay muchas ocasiones en nuestra vida familiar que bien merecen que las fotografiemos, siempre y cuando no dejemos que las fotografías las sustituyan.

http://blogs.aceprensa.com/familiaactual/mas-fotos-menos-recuerdos/