Llegó sonriendo.
En sus ojos brillaba una cercana emoción, la idea llenaba de coraje el instante.
Intercambiaron una complaciente sonrisa, que se cerró con un apasionado y maravilloso beso.
Nadie podía presentir que en ese instante preciso y calculado,
él apretaría un gatillo de una sofisticada y elegante pistola.
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